ENFERMEDAD DE MÉNIÈRE

La enfermedad de Ménière fue descrita por Próspero Ménière en 1861. Es considerada una enfermedad crónica de origen idiopático en la que hay cambios en el oído interno caracterizados por acumulación de endolinfa en el ducto coclear y órganos vestibulares (hidrops endolinfático). La etiología es probablemente multifactorial y se le han atribuido causas genéticas, infecciosas, autoinmunes, inflamatorias y traumáticas.

Es la tercera causa más frecuente de vértigo periférico y su incidencia es de aproximadamente 40/100,000 por año. Su máxima incidencia se presenta entre los 30 y 60 años de edad aunque puede presentarse en cualquier edad.

La enfermedad de Ménière se caracteriza por episodios espontáneos de vértigo recurrente que pueden repetirse con intervalos de días, semanas o meses, hipoacusia sensorineural fluctuante, acúfeno y sensación de plenitud ótica del oído afectado. Suele ser unilateral pero puede ser bilateral (25 a 40%). Los episodios agudos de vértigo son mucho más comunes en los primeros años de la enfermedad y después decrecen. La hipoacusia suele ser fluctuante los primeros años para posteriormente progresar y hacerse permanente. En estas etapas el acúfeno puede ser constante.

Debido a que las manifestaciones pueden ser atípicas el diagnóstico en ocasiones es complejo y se basa principalmente en la historia clínica y estudios complementarios. Los criterios diagnósticos de la enfermedad de Ménière son los siguientes:

  1. Dos o más episodios de vértigo espontáneo con duración de 20 minutos a 12 hrs.
  2. Hipoacusia sensorineural unilateral en frecuencias bajas a medias documentada en estudio audiométrico.
  3. Síntomas auditivos fluctuantes (hipoacusia, acúfeno o plenitud ótica) en el oído afectado.
  4. Síntomas que no indican otro diagnóstico vestibular.

Los estudios más utilizados para el diagnóstico son: audiometría tonal con logoaudiometría, impedanciometría, electrococleografía, prueba del glicerol, pruebas vestibulares, potenciales evocados auditivos de tallo cerebral, imagen de resonancia magnética.

Los principales diagnósticos diferenciales son la migraña vestibular, insuficiencia vértebro-basilar, laberintitis infecciosa, tumores del ángulo pontocerebeloso, neuritis vestibular, fístula laberíntica, otosclerosis, esclerosis múltiple, lesiones del sistema nervioso central, intoxicación…en resumen, hay que hacer diagnóstico diferencial con cualquier tipo de patología que pueda afectar al oído interno.

El tratamiento inicial incluye medidas higiénicas como dieta hiposódica y libre de alimentos procesados, evitar tabaco y alcohol, realizar ejercicio diario, evitar situaciones de stress.

No existe un tratamiento médico estandarizado y los estudios muestran resultados dispares en cuanto al beneficio del uso de medicamentos y dieta. Se utilizan diuréticos (hidroclorotiazida, acetazolamida, furosemide, espironolactona), análogos de la histamina (betahistina), medicamentos profilácticos para la migraña y esteroides orales.

Durante los ataques agudos se deberán indicar medicamentos supresores laberínticos como benzodiacepinas, meclizina y antihistamínicos como difenhidramina.

En pacientes resistentes al tratamiento médico se utiliza terapia transtimpánica con gentamicina y/o esteroides y si el paciente continúa con vértigo incapacitante a pesar de un tratamiento médico controlado por al menos un año, se puede realizar tratamiento quirúrgico como la descompresión del saco endolinfático, saculotomía, descompresión del nervio vestibular, laberintectomía y neurectomía vestibular.